http://www.youtube.com/watch?v=DUcJWaC-2Co
Si ya encandila de por sí la voz de Edith Piaf -la mejor pronunciación del francés que jamás he escuchado, recuerden La vie en rose-, el contexto en el que se narra la razón por la que es noticia hoy debería ser leído como una saga amorosa cinematográfica de los años cincuenta.
En 1946 -precisamente el año en que se grabó el histórico tema antes mencionado- Edith Piaf conoció en Atenas a Dimitris Horn. Dos días después le escribía una apasionada carta, «Te amo como nunca he amado», decía ella, «no dejes que muera mi corazón». Como un fantasma del recuerdo surgido de unas profundidades gélidas como las se tragaron al Titanic, y con un interés renovado después del estreno del film La vie en rose, se subastó hace unos días en Grecia alcanzando un valor de unos mil quinientos euros.
La cantante falleció hace cuarenta y seis años dejando el himno parisino por antonomasia y la grantía de seguir siendo actualidad.