El sector del streaming musical vive días de agitación. Mientras el mercado parecía acostumbrarse a una escalada generalizada de precios en las suscripciones mensuales, dos de los actores principales han decidido mover ficha con estrategias radicalmente opuestas. Por un lado, Amazon ha optado por una maniobra agresiva de expansión de catálogo sin coste adicional; por otro, Spotify busca redefinir la experiencia de usuario mediante la inteligencia artificial generativa, planteando un escenario donde la batalla no se libra solo por el precio, sino por la personalización.
El órdago de Amazon a la competencia
En lo que se interpreta como un claro golpe sobre la mesa, la multinacional fundada por Jeff Bezos ha sorprendido a la industria modificando las condiciones de su servicio musical para los abonados de Amazon Prime. La compañía ha decidido derribar las barreras de su catálogo: si hasta hace poco los usuarios “básicos” tenían acceso restringido a unos dos millones de canciones, ahora la puerta se abre a los 75 millones de temas que componen su biblioteca completa.
Este movimiento ataca directamente la línea de flotación de Spotify, especialmente ante los rumores incesantes sobre futuras subidas de tarifas en la plataforma sueca. Amazon no solo ha ampliado el acceso cuantitativo, sino que ha eliminado los anuncios para estos usuarios, una ventaja competitiva notable frente a la versión gratuita de Spotify, que sigue dependiendo de la publicidad para sostener su modelo freemium. Para el usuario que ya paga los 4,99 euros mensuales (o 49,90 anuales) de la suscripción Prime —que incluye envíos rápidos y Prime Video—, esta mejora supone un valor añadido inmenso sin tocar el bolsillo.
La letra pequeña de la oferta masiva
No obstante, la propuesta de Amazon tiene matices importantes que buscan proteger su nivel de suscripción superior, “Music Unlimited”. El acceso a esos 75 millones de canciones no otorga libertad total: la reproducción se limita estrictamente al modo aleatorio. El usuario puede seleccionar un artista, un álbum o una lista de reproducción, pero no podrá pulsar sobre una canción concreta y escucharla al instante.
Además, los audiófilos encontrarán otra barrera, ya que el sonido de alta fidelidad y el audio espacial quedan reservados exclusivamente para la modalidad de pago superior. Es una estrategia de equilibrio: ofrecer mucho más contenido para atraer y retener usuarios en el ecosistema Prime, pero manteniendo restricciones funcionales que incentiven el salto a la cuota más cara si se desea control total.
Spotify y la personalización mediante “Prompts”
Mientras Amazon juega la carta del volumen y el precio, Spotify está centrando sus esfuerzos en la tecnología y la interacción. La compañía está probando en Nueva Zelanda una función denominada “Prompted Playlists” (Listas por Instrucciones), una característica que promete cambiar las reglas del juego en la personalización digital.
Alejándose de los algoritmos pasivos tradicionales, como el famoso ‘Descubrimiento Semanal’, esta nueva herramienta en fase beta permite a los usuarios Premium tomar las riendas del algoritmo mediante instrucciones escritas. La IA de Spotify utiliza el historial completo de escucha del usuario —no solo la actividad reciente— y lo combina con conocimiento externo para generar listas basadas en peticiones complejas.
Un usuario podría solicitar, por ejemplo, “música pop enérgica y hip-hop para una carrera de 30 minutos, seguida de temas suaves para enfriar”, o buscar algo más nostálgico como “canciones de mis artistas favoritos de los últimos cinco años, pero solo las joyas ocultas que no he escuchado aún”.
Un cambio de paradigma hacia la co-creación
Gustav Söderström, copresidente y jefe de tecnología de Spotify, ha señalado que esto marca el inicio de una era donde la plataforma no solo aprende del usuario, sino que lo “escucha” activamente. Ya no se trata de una recomendación unidireccional, sino de un diálogo. La función incluso ofrece transparencia, añadiendo descripciones a cada pista que explican por qué fue seleccionada, y permite al usuario decidir la frecuencia de actualización de dicha lista.
Esta tendencia hacia algoritmos controlados por el usuario no es exclusiva de la música; plataformas como Instagram o Bluesky ya están implementando mecanismos similares. Sin embargo, para la industria musical y los expertos en marketing, esto supone un desafío y una oportunidad. El descubrimiento de música se vuelve más intencional. Las marcas y sellos discográficos tendrán que repensar cómo etiquetan su contenido (metadatos), ya que las canciones antiguas o de catálogo podrían tener una segunda vida si encajan en los “prompts” de estados de ánimo o actividades específicas que los usuarios demanden.
En definitiva, el mercado del audio en streaming se bifurca: mientras unos apuestan por ser el almacén musical más accesible, otros aspiran a ser el curador más inteligente.